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EL MITOTE: El asesinato de jesuitas a un año, todo igual

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Por: Alejandro Borja

Ayer, hoy y mañana, se realizan misas en todas las parroquias encabezadas por sacerdotes de la Compañía de Jesús, en todo el país, para recordar y exigir justiciar en los asesinatos de los sacerdotes Javier Campos Morales, Joaquín Mora Salazar y dos chihuahuenses más, a manos de José Noriel Portillo, jefe en amplia región serrana del crimen organizado y quien actuaba desde hace años bajo el amparo de los cuerpos policíacos de diversos niveles.

Los otros dos asesinados son Pedro Palma, a quien insisten en llamar “guía de turistas”, cuando era más un promotor del turismo en la Sierra Tarahumara y el joven Paul Osvaldo Berrelleza.

El Episcopado Mexicano, quien se manifestó, a igual que el Papa Francisco, exigiendo justicia, considera que esta aún no ha llegado, de ahí sus jornadas parroquiales para traer a la actualidad los hechos del 20 de junio del pasado año.

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Todavía nadie ha explicado como es que con una vieja orden de aprehensión “El Chueco”, apodo del asesino, actuaba con tal desparpajo e impunidad en la zona de Cerocahui (donde fueron los hechos), Urique, Bocoyna, Creel, San Rafael y Bahuichivo; los documentos dados a conocer por los hackers llamados Guacamaya, dejan en claro que el área de Inteligencia del Ejército, tenía conocimiento de sus actividades, desde por lo menos hace tres años y encabezaba una lista de 10 delincuentes como los más buscados y peligrosos, dedicados al trasiego y venta de droga, secuestros, cobro de piso, tala ilegal y otros delitos, en esa zona serrana.

Aun cuando el cuerpo de “El Chueco” fue encontrado en una brecha de Choix, Sinaloa, con 16 disparos en el cuerpo, el pasado 18 de marzo, todavía nadie explica ni hace nada por regresar a los pueblos serranos la seguridad y la tranquilidad a la que tienen derecho. Hasta el ex gobernador Javier Corral, tiene derecho a disfrutar de su cabaña en Basaseachi, a la que no fue siendo gobernador, porque es otra plaza en donde la ley que impera es la del narcotráfico, ahí podría hacer lo que más le gusta con buena calidad del aire: holgazanear.

No únicamente no se explica, ni siquiera se le rasca; como es que el ex Fiscal César Peniche se construyó una casa de 20 millones en la calle Paseo Real de San Francisco de Cuéllar, en el fraccionamiento San Francisco Country Club, en la ciudad de Chihuahua, o alguien que le rasque y explique por qué en el departamento del ex gobernador Corral Jurado en la Ciudad de México, se guarda millones de pesos en efectivo, como es del conocimiento de su circulo de colaboradores más cercano allá en la capital del país.

A un año del asesinato de los padres “Gallo” y “Morita”, nadie ha explicado como es que José Noriel Portillo, fortaleció tanto su presencia y acción delictiva en el quinquenio de Corral Jurado, quien prefirió abandonar los tranquilos retiros a su cabaña en Basaseachi, que combatir a los carteles de la droga que se enseñorea en toda la Sierra Tarahumara, aún ahora, a casi dos años de gobierno de María Eugenia Campos Galván, alias “Maru”.

 

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