Por: La Redacción.
Salvatierra, Gto., a 23 de diciembre del 2023.- «¿Están de adornos?, ¿de títeres?, ¿protegiendo a los otros?», se pregunta un testigo que estuvo la madrugada del domingo 17 de diciembre afuera de la exhacienda San José del Carmen en Salvatierra, en el estado de Guanajuato. Las preguntas le surgen cuando revela lo que presenció: policías estatales y municipales permitieron que el comando armado que ingresó a una posada entre amigos descargara sus armas sobre los jóvenes, asesinando a 11 de ellos y dejando heridos a otros 14.
La persona que aceptó hablar con Proceso, cuya identidad se reserva a petición expresa por el temor de sufrir represalias, narró lo que él y otras personas vivieron esa noche afuera de la exhacienda, en el momento en que se desataba esta masacre, alrededor de las tres de la madrugada.
Cuando llegaron hasta la exhacienda los disparos seguían adentro, pero se encontraron con elementos de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE) y de la Policía Municipal que ya estaban en el exterior y quienes no solo se mantuvieron como espectadores, sino además intentaron detenerlos cuando quisieron ingresar para prestar ayuda.
«Fue una desesperación que esas gentes no hicieran nada, ellos hubieran entrado… Le aseguro que hubieran agarrado a uno o dos; pero no, los estaban escoltando para que terminaran», asevera.
En esos instantes comenzaron a llegar familiares, que fueron advertidos del ataque y vieron a los policías estatales y municipales. No estaban la Guardia Nacional ni el Ejército, según este testimonio.
El grupo de personas, relata el testigo, llegó al lugar porque recibió diversas llamadas en las que les avisaron de un ataque en la posada. Él se trasladó de inmediato a la exhacienda, a donde llegó en menos de 10 minutos. Fue entonces que desde afuera vio al menos cuatro patrullas de FSPE estacionadas y a los policías con armas largas de pie, sin hacer ningún movimiento, pese a que seguían los disparos dentro del inmueble:
«Todavía se escuchaban los balazos y no nos dejaba entrar la policía, que ‘por seguridad’, y toda la gente les gritábamos: ‘¿Si fuera tu familiar qué harías?’», recuerda.
Los esfuerzos de los policías de FSPE por frenar a las personas que llegaban a la zona fueron inútiles, no valieron las advertencias que luego se convirtieron en amenazas porque varios ingresaron por la fuerza a la exhacienda: «Nosotros entramos así, a la brava, no nos dejaban entrar y nos apuntaban (los policías estatales) con las armas, pero nosotros entramos».
Además de los policías estatales había patrullas de la Policía Municipal. El testigo estima que no les llevó más de cinco minutos brincar el cerco de seguridad instalado por los estatales.
Al entrar, recuerda, estaba oscuro, y el grupo encontró personas heridas. Sin pensarlo, comenzaron a trasladar por sus propios medios a los lesionados. «Las ambulancias tardaron más en llegar, mucho más», comenta.
La desesperación de saber que adentro había personas intentando salvar su vida lo llevó a desafiar a los policías e ingresar a pesar de que seguían las detonaciones. Indignado, dice que la indicación de la autoridad era que podrían pasar cuando todo acabara, «como si fuera un espectáculo».
Y ofrece un detalle escalofriante: «No había luz, fue lo bueno, porque si hubiera habido luz acaban con todos».
En Salvatierra, cuenta, desde hace al menos 10 años se convive diariamente con el crimen organizado, mientras las autoridades son omisas a pesar de saber que hay grupos de la delincuencia organizada que se placean por el municipio en total impunidad. La ciudadanía sale a la calle con miedo y sin respuesta de las autoridades.
«Yo pediría al gobernador (Diego Sinhué Rodríguez Vallejo), al fiscal (Carlos) Zamarripa, al alcalde Germán (Cervantes) que renuncien, no pueden estar ahí, no saben guiar un estado, no saben guiar una ciudad… Son personas sin escrúpulos».
En los días en que ocurrieron esta y otras masacres en Salamanca y Celaya, además de una marcha de cientos de personas en Salvatierra para exigir justicia tras lo ocurrido en Salvatierra, el gobernador panista huyó de los cuestionamientos de la prensa y se negaba a hablar sobre los asesinatos.
Sus apariciones en público fueron en misa, actos sociales y políticos, como la convivencia con panistas, mientras el gobierno estatal ofrecía espectáculos de pirotecnia y conciertos gratuitos con artistas como Pepe Aguilar y Carlos Rivera, en el marco de la celebración de los 200 años de la conformación de Guanajuato como estado.
Salvatierra está ubicado en una región caracterizada por la saña con que las bandas criminales atacan cotidianamente a la población de diversas formas. Según estadísticas y reportes de organizaciones civiles, la zona está entre las más violentas no solo del país, sino del mundo.
En 2022, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), en Guanajuato fueron asesinados dos mil 202 jóvenes entre los 15 y 34 años. Las víctimas de poco más del 50% de los homicidios registrados estaban en ese rango de edad. En 2022 el estado reportó cuatro mil 269 asesinatos violentos.
El Inegi publica periódicamente las estadísticas de mortalidad segregadas por edad y basadas en actas de defunción emitidas por el Registro Civil en los estados. En Guanajuato el grupo de edad que concentra el mayor número de homicidios es el de 25 a 29 años, con 642 víctimas, y le sigue el de 20 a 24 años con 617 personas asesinadas en 2022.
Las ciudades con más asesinatos de jóvenes en Guanajuato son las mismas que están en el ranking de las 50 más peligrosas del mundo: León, Irapuato y Celaya.
Según el reporte anual del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Social,, México aparece en 2022 con 17 de las 50 ciudades más inseguras del mundo y tres de ellas son de Guanajuato.
La sexta ciudad más insegura del mundo es Celaya, por debajo de otras cinco ciudades mexicanas: Colima, Zamora, Ciudad Obregón, Zacatecas y Tijuana. El año pasado asesinaron en este municipio a 705 personas, de las cuales 394 tenían entre 15 y 34 años.
En el lugar número 13 del ranking, que analiza los homicidios por cada 100 mil habitantes, aparece Irapuato, con 539 homicidios dolosos en 2022, de los cuales en 257 las víctimas estaban en el rango de15 a 34 años.
León, el municipio más poblado del estado, con poco más de 1.5 millones de habitantes, aparece en el lugar 38 de las ciudades más peligrosas en 2022, con 812 asesinatos violentos, y en 424 casos las víctimas fueron jóvenes.
Amenaza a las juventudes guanajuatenses
En las primeras dos semanas de diciembre, los asesinatos de jóvenes guanajuatenses movilizaron a cientos de personas. Exigieron un alto a la violencia que ha cobrado la vida de al menos 20 menores de 30 años en tres masacres.
La tarde del domingo 3 de diciembre, los cuerpos sin vida de seis jóvenes, cinco de ellos estudiantes de medicina, fueron localizados en la colonia Primera Fracción de Crespo, en el municipio de Celaya. A principios de diciembre, en otro multihomicidio, las víctimas fueron seis jóvenes menores de 30 años: los hermanos Jesús Virgilio y Fabián Orozco Mateos, su primo Pedro Mateos, José Eduardo Freire y Bryan Amoles, todos estudiantes de medicina en la Universidad Latina de México. El sexto joven fue identificado como Luis Giovany Juárez.
Hasta 18 días después de la masacre de los seis jóvenes celayenses, la Fiscalía de Guanajuato presentó detenido como presunto autor material de los asesinatos a Francisco Omar. Éste fue detenido en septiembre pasado por portar 40 dosis de cristal. pero salió libre.
Amistades y familiares de los estudiantes celayenses tomaron las calles y obligaron a las autoridades estatales y municipales a pactar compromisos por la seguridad de la comunidad estudiantil.
Pero dos semanas después, la noche del sábado 16, otros cuatro jóvenes fueron asesinados afuera de una barbería en la calle Abasolo, de Salamanca. En el lugar fallecieron tres y otro cuando era trasladado para recibir atención médica.
Unas horas después del ataque a la barbería cuando se perpetró la tragedia de Salvatierra. Los jóvenes se reunieron para festejar el inicio de las posadas en la exhacienda de San José del Carmen. Minutos después de romper la piñata, la irrupción de un comando armado terminó con la celebración y los más de 50 asistentes corrieron en un intento por esquivar las balas.
De acuerdo con la Fiscalía General de Guanajuato, el comando empleó al menos siete armas largas calibre .223 y 7.62, y se encontraron 195 casquillos percutidos. El motivo, dice la fiscalía, fue en venganza porque el grupo de amigos no permitió que los desconocidos ingresaran a la posada.
La dependencia también difundió, horas después del ataque, que habían muerto 12 personas. Casi 48 horas después corrigió la cifra a 11 víctimas y explicó que por una confusión se había contado a otra persona herida que falleció en el hospital, pero después se aclaró que no había asistido a la fiesta.
Los fallecidos tenían entre 16 y 36 años. Sus nombres: Héctor (16 años), Marco Antonio López (22), Emiliano Vargas (23, estudiante de noveno semestre de Ingeniería Mecatrónica en el Tecnológico Nacional de México en Celaya), José Alberto Ramírez, Galileo Almanza, Macarena Becerril y Thalía Cornejo (25, estudiante de psicología), Antonio Sánchez y David Hernández (27), Irving Ruiz (29) y Juan Luis García Espitia (36 , integrante del staff de la Banda Dinastía Cornejo, que amenizaba la posada).
Sobre las masacres de Celaya y Salvatierra, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha declarado que fueron motivadas por el consumo de drogas; lo cual fue desmentido por las familias afectadas con los resultados de exámenes toxicológicos a los cuerpos que entregó la fiscalía estatal, como en el caso de Celaya.
Tal uso de la proyección nacional de la conferencia «mañanera» para criminalizar a las juventudes guanajuatenses que están siendo asesinadas, indigna a los familiares de las víctimas.
El árbol de Navidad que colocaron las autoridades municipales en la plaza del Carmen se iluminó la tarde del miércoles con las veladoras que habitantes de Salvatierra llevaron en la marcha silenciosa en memoria de las 11 personas asesinadas el fin de semana.
Una marcha pacífica convocada por la sociedad civil a través de redes sociales movilizó a la población salvaterrense para exigir justicia y clamar por la paz en la zona.
El luto en Salvatierra ha dejado expuesta la indolencia de las autoridades. Mientras el presidente López Obrador criminaliza a las víctimas, el gobernador Diego Sinhué Rodríguez Vallejo rechaza hablar del tema y se ocupa de encabezar los festejos navideños con militantes panistas, hace regalos a la Iglesia católica y asiste a conciertos por los 200 años de la conformación de Guanajuato como entidad.
Tras la masacre en la exhacienda San José del Carmen, el gobernador mantuvo agenda privada los primeros días. Reapareció en público para las celebraciones por los 200 años de Guanajuato. Primero acudió al Congreso del Estado para entregar premios estatales y ahí se le intentó cuestionar sobre los hechos violentos del fin de semana, pero se negó a responder con el argumento de que iba tarde a otra sesión solemne como parte de los festejos. Salió corriendo.
Más tarde acudió a misa para «celebrar los 200 años del nacimiento de Guanajuato como Estado Libre y Soberano», según la agenda oficial. Acompañado del gabinete y titulares de organismos autónomos como el procurador de Derechos Humanos, Vicente Esqueda Méndez, entregó regalos al obispo y se retiró, otra vez, sin pronunciarse por la violencia que se vive en la entidad.
Por la tarde, mientras se ultimaban los detalles en el escenario donde se presentaría la familia Aguilar (Pepe, Ángela y Leonardo) en un megaconcierto gratuito en la Plaza de La Paz, en el centro de Guanajuato, a 130 kilómetros de ahí, en Salvatierra, cientos de personas marcharon en silencio por las calles del centro de la ciudad en memoria de las víctimas de la masacre en la exhacienda San José del Carmen.
Un día después, el gobernador volvió a tener agenda pública en el municipio de León y nuevamente evitó hablar con los medios de comunicación sobre el multihomicidio de Salvatierra. Con ayuda de sus guardaespaldas logró subirse a la camioneta sin dar declaraciones.
Por la tarde se publicó en redes sociales la fotografía del gobernador Rodríguez Vallejo en una comida con diputadas y diputados locales del PAN, así como con el dirigente estatal del partido, Eduardo López Mares, para «celebrar el cierre del año», según la publicación del dirigente del partido en X.
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