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Internacional

Mejorar el acceso al agua favorece la igualdad de género

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El agua potable y corriente disponible al abrir un grifo lamentablemente no es un derecho para todas las personas. Hay quienes no sufren la falta de acceso al agua y, por lo tanto, no necesitan pensar en soluciones para lograr el acceso. Y es que sin agua no hay higiene, no hay alimento, no hay vida. Y aunque esta afirmación sea evidente, el acceso al agua es una de las cuestiones más complejas con las que la humanidad necesita lidiar, comenzando por aquella parte que necesita hacer que el grifo funcione hoy, en este mismo momento.

La cuestión del acceso al agua tiene muchos abordajes y este artículo no aspira enunciarlos a todos. Podemos entender que el acceso al agua es un tema de salud pública, pero también de derechos humanos, de acción y de justicia climática. Nuestra intención, en este caso, se centra en analizar la cuestión del acceso al agua desde una perspectiva de género. ¿Por qué es importante entender la problemática desde este enfoque? Porque las mujeres y las niñas se ven más perjudicadas por la falta de acceso al agua que los hombres y los niños, incluso cuando hablamos de la misma familia.

En primer lugar, las tareas relacionadas con el mantenimiento del hogar y la familia suelen recaer en mujeres y niñas en todo el mundo, en diferentes regiones y culturas a lo largo de la historia. Tareas como mantener la higiene del hogar, cuidar de la alimentación de la familia y educar a los niños requieren el uso de agua limpia y cuando no hay un sistema de abastecimiento eficiente en los hogares, pasa a ser responsabilidad de las mujeres y las niñas buscar este recurso. Empuñar los cubos y cargarlos sobre la cabeza y los hombros hasta el pozo, el lago o el río más cercano (a veces, no tan cercano) es una tarea realizada principalmente por mujeres. La jornada en busca de agua en pozos, ríos y lagos tiene género.

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El informe “Progreso en agua potable, saneamiento e higiene doméstica 2000-2022: Enfoque especial en género”, elaborado por UNICEF y la OMS, aporta datos que confirman que la búsqueda y recolección de agua fuera de casa recae en las mujeres y principalmente en las niñas, quienes dedican demasiadas horas diarias a este trabajo, tiempo que podrían dedicar a la educación o a otras actividades orientadas a mejorar el nivel de vida de las familias y los índices de educación básica. Un estudio de las Naciones Unidas informa que las mujeres y niñas de todo el mundo llegan a gastar en conjunto 200 millones de horas al día buscando agua limpia que deberían tener disponible al abrir los grifos de sus casas.

Si la falta de agua en los hogares perjudica más a las mujeres y niñas que a los hombres y niños, incluso si son de la misma familia, estamos hablando de una cuestión de género. Hasta este punto, podemos comenzar a trazar líneas generales de un escenario que es mucho más complejo de lo que parece. Shreya Atrey, en su artículo “La desigualdad del cambio climático y la diferencia que marca”, sostiene que la justicia climática no se puede ver solo como un tema ambiental, sino que es una problemática regional, de género, racial, de clase y, a veces, todo esto al mismo tiempo. Así podemos entender la transversalización de todas estas discusiones sobre la democratización del acceso al agua potable como una manera de hacer valer un derecho que está institucionalizado, pero que aún no se cumple para toda la población.

Acceso al agua y trabajo

Las mujeres han estado ganando espacio en el mercado laboral desde la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, esta conquista, en general, no representa una sustitución de actividades, sino más bien una acumulación de funciones. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el 54,5% de las mujeres mayores de 15 años ejercen alguna actividad laboral remunerada desde 2019. Aproximadamente un tercio de las mujeres (29,6%) realizaba otras funciones acumuladas a tiempo parcial (hasta 30 horas semanales), lo cual representa casi el doble que los hombres (15,6%). Más datos recopilados por el IBGE en 2019 revelaron que las mujeres, además de trabajar fuera del hogar, se ocupan del cuidado de otras personas y de las tareas domésticas por casi el doble de tiempo que los hombres: 21,4 horas semanales para ellas frente a 11 horas semanales para ellos.

La acumulación de funciones ya implica un escenario desigual en términos de división del trabajo entre hombres y mujeres. Cuando este escenario se agrava por la falta de agua en los hogares, aparecen datos aún más alarmantes, como muestra un estudio del Instituto Trata Brasil:

  • El ingreso de las mujeres brasileñas podría aumentar en un tercio al garantizar el acceso regular al agua, con baño y alcantarillado. El aumento de los ingresos de las mujeres brasileñas alcanzaría los 13,5 mil millones de reales por año, y aproximadamente la mitad de estas ganancias ocurrirían en el norte y noreste del país, las regiones con los mayores déficits de saneamiento.
  • La población femenina tuvo alrededor de 2 mil millones de horas de trabajo afectadas por ausencias asociadas a la falta de saneamiento. Esto se refiere al tiempo que las mujeres dedican a resolver problemas relacionados con el acceso al agua y saneamiento y no dedican a otros trabajos, remunerados o no.
  • Los niños y jóvenes que viven en áreas sin acceso a servicios de alcantarillado tienen, en promedio, un retraso escolar 3,3% superior a los estudiantes que viven en lugares con servicios de alcantarillado.
  • Las mujeres ya se encuentran en una posición de vulnerabilidad en lo que respecta al acoso sexual y la seguridad en general. Datos de la ONU indican que una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de un hombre, ya sea pareja o no. Cuando se suma a este escenario la necesidad de buscar agua diariamente, se deben considerar los riesgos que enfrentan las mujeres y niñas en términos de violencia física y sexual. Además, el uso de baños comunitarios o compartidos también es menos seguro para ellas, ya que se encuentran en una posición de inseguridad respecto de los hombres.

    Por otro lado, el cuidado de otras personas en el hogar (hermanos menores y personas enfermas), sumado a la necesidad de proveer agua limpia, también impacta de manera más relevante en la vida de mujeres y niñas. Según el informe de la ONU de 2022 sobre el impacto desigual del acceso al agua desde una perspectiva de género, la sobrecarga de trabajo causada por la falta de agua o por enfermedades provocadas por agua contaminada hacen difícil a las mujeres el acceso a la educación. El estudio de Trata Brasil también proporciona algunos datos importantes en este aspecto: las mujeres brasileñas tuvieron aproximadamente 676 millones de horas de estudio comprometidas debido a ausencias por enfermedades respiratorias y relacionadas con el agua.

    Múltiples beneficios

    Los baños y el agua potable en las casas son una buena inversión, no solo en términos de mejora de la calidad de vida, salud, educación, trabajo y seguridad para las mujeres, sino también en la economía doméstica. En el caso de Brasil, el Instituto Trata Brasil indica que 18 millones de brasileñas podrían salir de la pobreza si tuvieran acceso al servicio de agua, saneamiento y alcantarillado. Además, se inyectarían 13.500 millones de reales en la economía brasileña gracias al acceso de las mujeres al saneamiento.

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    Telma Rocha, gerente del programa de Acceso al Agua de la Fundación Avina, cuenta que en Brasil hay 33 millones de personas que aún no tienen suministro de agua tratada en sus hogares y que hay una parte de la población que, pese a contar con suministro, tiene amenazada su seguridad hídrica. Por esto, en Brasil se están desarrollando iniciativas de recarga hídrica y acceso al agua. Un ejemplo, es la iniciativa de Recarrega Ceará, que, a partir de la metodología de recarga desarrollada junto con Fundación Avina, busca resolver el problema de la conservación y la seguridad hídrica mediante la implementación colaborativa e integrada de tecnologías sociales, garantizando también la seguridad alimentaria y la generación de ingresos. A través de alianzas con organizaciones públicas y privadas, instituciones educativas, productores rurales y la sociedad civil, el proyecto busca contribuir con la conservación del agua y la biodiversidad de los embalses Gavião, Riachão y Pacoti, fuentes que abastecen de agua a la región metropolitana de Fortaleza.

    De este modo, es posible generar un escenario más optimista para el futuro, tanto para el bienestar de la sociedad como para el medio ambiente y la economía del país.

    Por:

    Lara Muntaser: Coordinadora de Comunicación Institucional de la Fundación Avina. Tiene experiencia en Análisis del Discurso Crítico, Economía Verde y Migraciones. Se graduó en Historia y Relaciones Internacionales por la Universidad Federal de Uberlândia.

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