Agencias.
La mayor conciencia medioambiental de los consumidores y la inflación impulsan el mercado de ropa de segunda mano, que en 2030 duplicará al de la moda rápida, según los expertos. Las grandes marcas del ‘fast fashion’ también se suben al tren de la reventa de ropa.
Una tienda de ropa de segunda mano de Humana. Se estima que este mercado crecerá a nivel mundial tres veces más rápido que el sector de moda convencional. Foto: Humana, Fundación Pueblo para Pueblo.
Algo tendrá el agua -léase negocio- cuando Inditex la bendice. El gigante textil, dotado casi siempre de buen olfato para las tendencias y oportunidades del mercado, como avala su trayectoria, ha puesto sus ojos -o, mejor, su cualificada nariz- en el sector de la moda de segunda mano.
Zara, el buque insignia del grupo, anunciaba a finales del pasado año su intención de desembarcar en este mercado. Dicho y hecho: ha lanzado Zara Pre-Owned, una plataforma a través de la que se pueden donar prendas de segunda mano, venderlas y comprarlas entre particulares, y que incluye también un servicio de reparación con el objetivo de alargar la vida útil de jerséis, abrigos o vestidos.
De momento, solo está operativa en el Reino Unido, el mercado -con gran tradición en la second hand– que Inditex ha elegido para testear este modelo de negocio, pero los responsables del grupo ya han anunciado que la extenderán este año a otros países, España entre ellos.
El grupo gallego enmarca esta iniciativa en su apuesta por la sostenibilidad y por “avanzar hacia un modelo de economía circular que abarca todas las fases de su actividad, desde el diseño del producto hasta la gestión de las tiendas, así como fabricación, logística y oficinas de la empresa”, afirma en un comunicado. A través de esta plataforma, según explica la compañía, los clientes podrán tomar decisiones “más sostenibles” en relación con su ropa usada.
Zara no el único gigante fast fashion en subirse al carro de la segunda mano y apostar por su propia aplicación para comercializar ropa usada. La multinacional sueca H&M cuenta desde 2014 con la plataforma Sellpy, que sigue exportando a otros países (ahora está en 20 europeos, incluido España).
Ambos grupos textiles caminan sobre seguro. Según el último informe anual de Thred Up, una de las empresas más importantes del sector, se espera que el mercado global de moda de segunda mano crezca un 127 % para 2026, un desarrollo que será tres veces más rápido que el mercado de ropa en general.
Otros análisis apuntan en la misma dirección, como el informe Consumer Trends 2022, elaborado por la firma de marketing y comunicación Samy Alliance, que señala que en el 2030 el mercado de ropa usada duplicará al de la moda rápida.
El coste medioambiental de ir a la moda
¿Qué hay detrás de esta edad dorada de la second hand? Para Neus Soler, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), “hay una demanda por parte de los consumidores que ya están ‘cansados’ del tema de la moda rápida y de lo que esta genera. Estamos hablando de las generaciones más jóvenes, a quienes, desde la escuela, se les inculca el beneficio de cuidar el planeta y el concepto de sostenibilidad”, afirma.
Según esta experta en comportamiento del consumidor, actualmente, compramos un 60% más de ropa que hace una década y tiramos esas prendas tras haberlas utilizado una media de solo diez veces. “Ese modelo es insostenible y los ciudadanos buscan opciones que alarguen la vida de los productos y fomenten la economía circular”, señala.
“El consumidor lo pide y las empresas responden, y, desde luego, si estas últimas se apuntan a este carro es porque para ellas es beneficioso, y no solo económicamente, también porque mejora su imagen, un activo intangible pero importantísimo. Proyectan una imagen de responder a las necesidades de los consumidores y de compromiso con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente. Sin esta conciencia medioambiental que estamos empezando a tener todos, las marcas no hubieran reaccionado”, asegura Soler.
La Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) sitúa a la industria de la moda como la segunda más contaminante del mundo y ofrece este ilustrativo dato: produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con las consecuencias que ello tiene en el cambio climático y el calentamiento global.
Además, la industria textil es ‘devoradora’ de recursos, como el agua: utiliza cada año 93.000 millones de metros cúbicos de este preciado líquido, un volumen suficiente, según las UNCTAD, para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. Por otra parte, anualmente se arrojan al mar medio millón de toneladas de microfibra, el equivalente a tres millones de barriles de petróleo.
“El consumidor lo pide y las empresas responden, y, desde luego, si estas últimas se apuntan al carro de la segunda mano es porque para ellas es beneficioso, y no solo económicamente, también porque mejora su imagen”, Neus Soler.
El precio, otra razón de peso
María Guitart, universitaria, de 22 años, es una de los seis millones de usuarios que están registrados en Vinted en España, hasta ahora la mayor plataforma internacional de compraventa de moda usada entre particulares en Europa, que a nivel global cuenta con 80 millones de usuarios en 18 países.
María se estrenó el año pasado como compradora y, hasta ahora, ha adquirido, en diferentes momentos, un pantalón, un mono y un jersey por los que, en total, ha pagado unos diez euros.
La compra consciente y responsable gana terreno, pero, en el caso de nuestra protagonista, no es la principal razón que la llevó a adentrarse en este mercado: “Lo hago por el precio, porque te ahorras mucho. Por menos de cinco euros encuentras prendas que están en muy buen estado y que nuevas rondan los 30. El único problema que veo a este tipo de plataformas es que te sale casi más caro el envío que el producto”, afirma la joven.
Aunque su principal motivación es económica, el concepto de ‘armario circular’ también atrae a María, a quien le parece estupendo dar una segunda vida a ropa que otros no quieren. Ella misma está pensando en vender algunas prendas que tiene arrinconadas en su casa, con la idea de que otros puedan reutilizarlas, según comenta.
El término decluttering (despejar) figura ya en el diccionario fashionista, especialmente entre los jóvenes -los principales consumidores de la moda de segunda mano-. El año pasado, más de 800 millones de prendas y complementos se subieron a Vinted dispuestos a encontrar un nuevo hogar y la plataforma creció en más de 20 millones de usuarios solo en 2022.
Según la ONU, la industria de la moda es la segunda más contaminante y produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos.
Aunque son estas plataformas, como Vinted, Percentil o Micolet –estas dos últimas españolas-, las que ‘reinan’ en el mercado de reventa de ropa, las tiendas físicas también viven su particular momento de esplendor. Es el caso de Humana, que vende la ropa que los ciudadanos solidariamente depositan en sus más de 5.000 mil contenedores, la mayoría repartidos en la vía pública.
Según Humana Fundación Pueblo para Pueblo, el consumo de ropa de segunda mano creció un 22% el año pasado. En los locales que tiene esta organización sin ánimo de lucro (en siete años han pasado de 36 a 48 tiendas), compraron en 2022 casi dos millones y medio de personas, que adquirieron más de seis millones de artículos.
Para Humana los factores que han impulsado este crecimiento son “el auge del consumo, una mayor conciencia ambiental y el paulatino redescubrimiento de otras maneras de consumir”, además de los “buenos precios de este tipo de productos”, que compensan en parte la escalada de la inflación. En 2022, Humana recuperó casi 18.000 toneladas de ropa, evitando la emisión de 108.000 toneladas de CO2, según informa la entidad. Seis de cada diez prendas que pasan por sus plantas, tienen una nueva vida a través de la reutilización, cifra que aumenta al 90% si se añaden procesos de reciclaje.
El mercado de segunda mano ha conseguido deshacerse de algunas connotaciones negativas que lo rodeaban, como la de que es solo para gente que no puede permitirse económicamente comprar ropa nueva: “La moda reutilizada se ha quitado la etiqueta de pobre y ahora es una opción seductora para muchos segmentos de la sociedad, especialmente las nuevas generaciones, a quienes convence porque es moda original y sostenible”, según apunta en un comunicado Rafael Mas, director de proyectos y relaciones externas de Humana.
Zara Pre-Owned es la plataforma que ha creado esta marca para donar prendas de segunda mano, venderlas y comprarlas.
¿La opción más sostenible?
Recientemente, Humana se hacía eco de un estudio sobre el impacto ambiental de la ropa de segunda mano. Realizado por la Confederación Europea de Industrias del Reciclaje (EuRIC), el informe concluye que la reutilización es mejor para el medio ambiente que la producción de prendas nuevas y, en muchos casos, también mejor que el reciclaje, según apunta este entidad.
El análisis sobre la evolución del ciclo de vida de los textiles señala que el impacto ambiental de la reutilización es 70 veces menor que el de prendas nuevas, ahorrando tres kilogramos de CO2 por cada prenda que se reutiliza. El impacto de un producto nuevo procede principalmente de la producción de fibras, así como de la producción en sí misma, mientras que el impacto relacionado con la reutilización proviene solo de su transporte, destaca EuRIC.
Neus Soler, de la UOC, tiene claro que el futuro de la moda pasa por “concienciar a la gente de que no es necesario consumir tanto porque ese concepto de comprar, usar y tirar no es sostenible”.
Pero se pregunta si las plataformas de compraventa de segunda mano impulsadas por marcas de moda rápida no terminarán por incitar a consumir más: “Veremos en qué consisten esas aplicaciones, pero el debate que pondría encima de la mesa es si realmente son la solución o van a alentar el consumo, porque si, después de haberme puesto una prenda un par de veces y ya no la quiero, me dan la opción de revenderla, quizás esto me va a motivar más a consumir”.