Vivir en Chihuahua

La guía para entender los aranceles de Trump: qué son, para qué sirven, cuáles serán sus consecuencias, cómo nos afectan.

Wall Street Journal pronostica que será «la guerra comercial más estúpida de la Historia»

 

El retornado presidente de EEUU carga contra México, Canadá y China y amenaza con hacer lo propio con la UE. Dice que busca «proteger» a sus ciudadanos, pero los expertos auguran más inflación y problemas en la cadena de suministros.

Huffpost

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Una cosa es decir y otra, hacer. Lo destacaban todos los analistas en la campaña norteamericana, ante el grueso programa electoral de Donald Trump. Igual no es para tanto, igual se acobarda, decían. Pues bien, el republicano está demostrando en estas primeras semanas de regreso en la Casa Blanca que su ideario no es sólo de boquilla sino que está lo suficientemente convencido de él como para llevarlo a la práctica, sean cuales sean las consecuencias.

Los aranceles son su último puñetazo en la mesa. El pasado sábado firmó tres órdenes ejecutivas por las que impone tasas del 25% a los productos de México y Canadá (10% a las exportaciones energéticas canadienses) y del 10% a China. Con carácter general, entran en vigor este martes y afectan a todos los productos. Las razones que ha dado el presidente de Estados Unidos distan de ser puramente comerciales: dice que busca «proteger» a sus ciudadanos y «garantizar su seguridad» ante países que no hacen lo suficiente para evitar la entrada de migrantes sin papeles en su territorio o drogas como en fentanilo.

 

Trump, de una firma es esas suyas a rotulador y a toda página, ha reventado los tratados de libre comercio mantenidos con sus vecinos del norte y del sur en los últimos 30 años y ha irritado a Pekín, con quien los tambores de guerra comercial suenan desde que ganó los comicios, el 5 de noviembre pasado, en una reedición de la que se vivió en el primer mandato del magnate.

¿Pero qué son los aranceles exactamente? ¿Para qué sirven? ¿Qué supone que suban o no? ¿Qué impacto tendrán en las economías de los tres países agraviados y en la de EEUU? ¿Será Europa la siguiente víctima de la ojeriza de Trump? En El HuffPost tratamos de aclararte un poco las cosas ante este primer episodio de una contienda que amenaza con durar toda la legislatura trumpista.

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Aranceles: ¿eso qué es?

Empecemos por definir qué son los aranceles, esta palabra que es la protagonista de las últimas horas en la actualidad mundial. Hablamos de unos impuestos específicos que se aplican a los bienes importados de otros países. La mayoría de los aranceles se fijan como un porcentaje del valor de los bienes y, en general, los paga el importador.

El aumento del precio de los bienes importados tiene como objetivo alentar a los consumidores a comprar productos nacionales más baratos, para ayudar a impulsar el crecimiento de su propia economía. Trump los ve como una forma de hacer crecer la economía estadounidense, proteger los empleos y aumentar los ingresos fiscales, por eso es un pilar en su filosofía MAGA, esto es, Make America Great Again, hacer a América (sic, Estados Unidos) grande de nuevo.

«Para mí, la palabra más hermosa del diccionario es arancel. Y es mi palabra favorita», dijo el millonario durante una entrevista en el Club Económico de Chicago a mediados de octubre. Es un ejemplo de su mirada proteccionista, nada dialogante, que se pudo ver entre 2017 y 2021 y de la que se vanagloria: corta de miras, corta de tiempos, desconfiada con la globalización y basada en la amenaza.

Durante su campaña, Trump dijo en repetidas ocasiones que planea imponer un arancel general del 10% o del 20% a todas las importaciones que lleguen a EEUU, en un intento de fomentar la fabricación estadounidense. Por tanto, estamos ahora ante un primer paso, que apunta a los tres principales socios comerciales del país: Canadá, China y México, aunque este último ha logrado hoy mismo una tregua de un mes. Apenas un poco de oxígeno. Las tres naciones suman casi la mitad de las importaciones anuales de la primera economía del planeta.

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Se calcula que ahora podría lograr unos 100.000 millones de dólares con los aranceles extra. Problema: diversos estudios económicos sobre el impacto de los aranceles externos que Trump impuso en su primer mandato, como el elaborado por la bipartidista Comisión de Comercio Internacional del Gobierno federal, indican que la mayor parte de la carga económica fue soportada en última instancia por los consumidores estadounidenses. Entonces, sus tasas afectaron a importaciones por valor de 2,7 billones de dólares, según la CNN.

No es una herramienta nueva, pues, ni especialmente efectiva. Tampoco lo fue en la era de Joe Biden, quien pese a las críticas demócratas iniciales mantuvo la mayoría de estos aranceles y aumentó la tasa de algunos de ellos, incluso.

 

¿Cómo se aplican, en la práctica, estos aranceles? El economista Martín Recio lo explica claramente: «Un fabricante extranjero produce bienes para vender en EEUU, lo que sea, zapatos o cereales o tecnología. Ese bien se envía a EEUU, donde tienen que hacer frente a un arancel, pongamos que del 20%. Las empresas con sede en EEUU pagan el arancel al Tesoro de EEUU, o sea, abonan el costo total del bien importado más el arancel correspondiente. De esta forma, lo que antes costaba 100 dólares ahora cuesta 120, por la añadidura».

¿Y qué se hace entonces ante ese gasto extra? «Hay tres vías fundamentales para compensarlo. La primera es que la firma absorba el costo del arancel, que es bueno para el consumidor pero no para la empresa, que tendrá menos ganancias y menos dinero para pagar a sus trabajadores o actualizarse o expandirse o crecer», indica Recio.

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También puede «transferir parte del costo del arancel al comprador», o sea, pide 110 dólares y compensa con gastos nuevos, «parte y parte», con lo que «pierde, pero menos». Y, al fin, puede «transferir todo el costo del arancel al comprador», o lo que es lo mismo, «sube lo que costaba 100 a 120 y así no se deja dinero por el camino ante el nuevo impuesto».

«Es muy poco probable que un empresario opte por la primera opción, porque sólo es sostenible temporalmente. Puede que se fidelice a la clientela, que agradezca que los precios se mantienen, pero las firmas quieren ganar dinero y, al final, lo habitual es subir los precios. Más o menos, eso es elección de cada cual. Los pequeños tienen también menor margen de maniobra que los grandes. Lo que está claro es que es el consumidor es el que posiblemente tendrá que hacer frente a una subida de precios por la propuesta de Trump», concluye el experto .

 

Imagen de archivo del Puerto de Tacoma, Washington (EEUU).Getty Images/Image Source

Las razones del nuevo impuesto

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Trump siempre ha dicho que su Gobierno podría usar los aranceles para impulsar la industria manufacturera nacional, crear empleos y recaudar miles de millones de dólares para ayudar a financiar otras iniciativas políticas. «Con el tiempo, nuestro país ganará sustancialmente más dinero, por encima de los costes, y comenzaremos una reducción masiva de la deuda», dijo durante un discurso en el Club Económico de Detroit, en octubre.

En otro discurso en septiembre, Trump echó mano de populismo y afirmó que los ingresos arancelarios podrían pagar una iniciativa de cuidado infantil, en un país muy necesitado de atención de cero a tres años. La CNBC informó de que se ha planteado la idea de sustituir el impuesto federal sobre la renta por ingresos arancelarios, incluso.

En otras ocasiones, Trump ha aludido al déficit comercial para justificar los aranceles. De enero a noviembre de 2024, EEUU importó bienes de México por valor 466.600 millones de dólares, compró a Canadá mercancía por 337.200 millones e importó de China productos por 401.400 millones. El mayor déficit comercial en ese periodo fue con Pekín, por importe de 270.400 millones, seguido por México (157.200 millones) y Canadá (55.000 millones).

Trump siempre estira estos datos, hasta la exageración, para decir que su país está subvencionando al mundo y que ya está cansado de ser «el cajero automático». Pero a nada de eso ha hecho alusión en esta primera ronda de premios que mañana entra en vigor. Va a por el trío de países porque amenazan, dice, el «tejido social» de EEUU, y eso explicaría que haya tramitado las medidas en el marco de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), que le autoriza a cambiar el flujo del comercio de forma unilateral en caso de crisis.

Denuncia Trump que México y Canadá no controlan su frontera en sus flujos migratorios ni en el tráfico de drogas, mientras se aprovechan de un superávit comercial con EEUU. En la nota oficial de la Casa Blanca anunciando los aranceles se lee que se imponen para contrarrestar «la amenaza extraordinaria» que representan la migración ilegal y las drogas, incluido el fentanilo, que es la primera causa de muerte en el país de personas de entre 18 y 45 años, una auténtica epidemia.

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«El anuncio arancelario de hoy [por el sábado]es necesario para responsabilizar a China, México y Canadá de sus promesas de detener el flujo de drogas venenosas hacia Estados Unidos», afirma la Administración Trump.

Los aranceles sobre Canadá estarán en vigor «hasta que Canadá coopere con EEUU contra los narcotraficantes y en la seguridad fronteriza». Por tanto, en el caso del norte deja la puerta abierta expresamente a revertir lo ordenado si Ottawa se pliega, o en lenguaje menos burdo, «si se toman las medidas suficientes para reducir la crisis sanitaria».

El mismo argumento lo repitió la Casa Blanca con México, pero fue más lejos en sus acusaciones. «Los carteles mexicanos son los líderes mundiales del tráfico de fentanilo, metanfetamina y otras drogas. Estos carteles tiene una alianza con el gobierno de México y ponen en peligro la seguridad nacional y la salud pública de los Estados Unidos», dijo.

Respecto a China, no sólo la acusa de pasividad en el tráfico de drogas hacia su territorio sino que denuncia que «sostiene activamente y expande el negocio de envenenar a nuestros ciudadanos». Así se lee en la orden firmada por Trump, con una contundencia que elude toda diplomacia. Acusa al Partido Comunista Chino de «subvencionar e incentivar a las compañías químicas chinas para que exporten fentanilo y precursores químicos usados para producir opioides sintéticos vendidos ilegalmente» en su nación y añade que China «da apoyo y refugio a las organizaciones transnacionales del crimen» de origen chino que lavan en el país sus ingresos por la producción, envío y venta de dichos opiodes.

La Casa Blanca ha subrayado su advertencia: «Si China toma represalias contra EEUU en respuesta a esta medida imponiendo medidas similares a las exportaciones estadounidenses allí, el presidente podrá incrementar (los aranceles) o expandir su alcance para asegurarse de la eficacia de esta acción».

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En total, las empresas estadounidenses exportaron 763.000 millones de dólares en bienes a los tres países afectados por esta medida en los primeros 11 meses de 2024: el 17% de las exportaciones totales se destinó a Canadá, el 16% a México y el 7%, a China, según el Financial Times (FT).

Las réplicas

La andanada de Trump es seria y no hay Ejecutivo que pueda quedarse de brazos cruzados ante ella, si no quiere que su imagen se debilite. Así, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anuncio el mismo sábado que impondrá aranceles del 25% a 155.000 millones de dólares canadienses (106.500 millones de dólares) en importaciones de bienes estadounidenses. La imposición, a diferencia de la adoptada por su vecino, será gradual: los aranceles a 30.000 millones de dólares canadienses entrarían en vigor a partir del martes y a los 125.000 millones restantes, en un plazo de 21 días, según explicó en una rueda de prensa convocada ex profeso.

Era un intento de moverse rápido, cuando su popularidad está por los suelos y se ha visto abocado a anunciar su dimisión. Las amenazas de Trump y la falta de planes previsores ante una crisis como esta son parte de los motivos por los que el liberal ha acabado dando un paso al costado. No es una causa menor, porque el propio mandatario ha reconocido que Canadá podría entrar en recesión en seis meses si estas tasas se mantienen.

«No lo queríamos, pero Canadá está preparada», ha dicho Trudeau. En las horas previas al anuncio, el líder canadiense había anunciado que de confirmarse la imposición de los aranceles, habría una respuesta «decidida» y «contundente», pero «razonable» por parte de Ottawa. Ha advertido también de que los aranceles tendrán «consecuencias desastrosas para Estados Unidos», ya que «pondrán en riesgo empleos estadounidenses, aumentarán los precios» y «socavarán la seguridad colectiva». Y ha citado expresamente que sus «aranceles de gran alcance» afectarán a la cerveza, el vino, el bourbon, la fruta, los zumos de frutas, los perfumes, la ropa, los zapatos, los electrodomésticos, los equipamientos deportivos, la madera y los plásticos estadounidenses.

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El arancel de Estados Unidos a Canadá también revoca la exención de 800 dólares para envíos de pequeño valor a EEUU, informa AP.

Aparte del anuncio del aún premier, dos provincias canadienses, Nueva Escocia y la Columbia Británica, habían anunciado represalias propias como retirar el alcohol del país vecino de sus tiendas, doblar los peajes a los vehículos comerciales estadounidenses o interrumpir las compras de licor a los Estados gobernados por republicanos. Medidas en consonancia con el escozor social que hay después de que, además, Trump haya dicho que no descarta anexionarse Canadá a la fuerza, que mejor le iría siendo el estado número 51 de EEUU.

Trudeau dijo que ha hablado ya con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, para abordar esta crisis de forma conjunta. La mandataria de Movimiento de Regeneración Nacional reaccionó, antes de nada, defendiéndose ante las acusaciones de Trump. Afirmó que en los últimos cuatro meses, México ha intervenido 20 millones de dosis de fentanilo y ha detenido a más de 10.000 personas en relación al tráfico de esta droga, por lo que está tratando de atajar el problema y no de agrandar el que tiene EEUU.

Es más, Sheinbaum acusa a Washington de no haber atendido el problema de salud pública por la distribución y el consumo de droga en sus propias calles y apunta a que el origen de la epidemia de opioides sintéticos en Estados Unidos está en «la prescripción indiscriminada de medicamentos de este tipo, autorizados por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA)».

Sin querer romper desde el minuto uno, la mandataria ha ofrecido a Trump una mesa de trabajo conjunta para combatir «a los grupos delictivos que trafican con droga y generan violencia».

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Respecto a los aranceles en concreto, ha avisado: «Cuando México negocia, nunca agacha la cabeza». «Cuando negociamos con otras naciones, cuando hablamos con otras naciones, siempre con la frente en alto, nunca agachando la cabeza. Somos iguales con todas las naciones del mundo», apuntó la mandataria mexicana en una gira de trabajo por el central Estado de México, sin anunciar por el momento medidas recíprocas. En horas previas había advertido de que la imposición de esas tasas no le preocupa porque «la economía de México está muy fuerte, muy sólida» [el país creció un 1,3% en 2024], pese a que las exportaciones de su país a EEUU supusieron en 2023 casi el 30% del PIB mexicano, según un informe del Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO) citado por EFE.

Sheinbaum aseguró además que dispone de «un plan a, un plan b y un plan c» para cuando se concreten los aranceles, sin aludir esta vez a más impuestos como represalia. Trump ya ha advertido de que en caso de respuestas, elevará los porcentales de los aranceles. En el mismo mensaje de X publicado tras el anuncio del presidente Trump, la presidenta ha dicho haber instruido al secretario de Economía «para que implemente el plan B que hemos estado trabajando, que incluye medidas arancelarias y no arancelarias en defensa de los intereses de México».

El tono del DF no ha disgustado a Trump, hasta el punto de que este lunes Sheinbaum y el norteamericano han tenido una conversación en la que ambos han llegado a un «buen acuerdo». “Estuvo de acuerdo y al final me preguntó que cuánto tiempo quería poner en pausa (los aranceles), le dije (primero): ‘bueno, vamos a ponerlo en pausa para siempre, y le dije: ‘bueno, vamos a ponerlo en pausa un mes’. Y estoy segura de que en este mes vamos a poder dar resultados, buenos resultados a su pueblo», ha explicado la dirigente de MORENA. Hizo un anuncio más: «México reforzará la frontera norte con 10.000 elementos de la Guardia Nacional de forma inmediata, para evitar el tráfico de drogas de México a Estados Unidos, en particular fentanilo». Ya tiene Trump su primer logro tangible.

En cualquier caso, es necesario recordar que las economías de México y Canadá, sumadas, apenas suponen una séptima parte de la de EEUU. El daño en un lado y el otro es realmente muy diferente.

China, finalmente, ha asegurado este domingo que tomará las «contramedidas correspondientes» para «salvaguardar firmemente» sus derechos e intereses. Aún así, debe estar aliviada porque Trump, en campaña, había prometido aranceles para el gigante asiático de hasta el 60%, por lo que el 10% anunciado ahora parece casi un regalo.

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«China se opone firmemente a estos aranceles», señaló el Ministerio de Comercio chino en un comunicado en el que anuncia que presentará una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por las «prácticas ilícitas» estadounidenses. Pekín también afirma que espera que Washington vea «de forma objetiva y racional sus propios problemas, como el fentanilo», en lugar de recurrir a «amenazas contra otros países» a través de la imposición de aranceles. Que asuma su propia responsabilidad, en resumen, sin cargar a los de fuera.

Los efectos del nuevo pago

Hay dos efectos que es esperan de la medida de Trump: un perjuicio para los países señalados y sus intereses y otro para los consumidores finales, porque para todos suben los precios.

Empecemos por las empresas. Aunque el impacto será generalizado, se espera que haya sectores que se vean especialmente tocados. Serán, en concreto, los fabricantes de automóviles, los productores de alimentos y el sector de la construcción, porque todos dependen en gran medida del comercio transfronterizo.

La industria de automoción estadounidense, en particular las tradicionales tres grandes firmas como Ford, General Motors y Stellantis, distribuyen la fabricación en los tres países del continente americano implicados en esta crisis. También fabrican bienes en México, desde asientos hasta ejes de coches. Alrededor del 16% del valor de un automóvil fabricado en EEUU se deriva del trabajo realizado en México o Canadá, según han confirmado las propias empresas.

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Alrededor del 40% de los automóviles y camiones que Stellantis vende en EEUU se importan de México o Canadá, según Daniel Roeska, analista de Bernstein, citado por el FT. Los totales de General Motors y Ford son del 30% y el 25%, respectivamente.

 

Vista de la planta de General Motors en Ramos Arizpe (México), el 29 de enero de 2025. / Reuters

El analista de la firma de inversiones Baird Luke Junk ha emitido una estimación de que los aranceles harían que las ventas de automóviles estadounidenses cayeran alrededor del 7,5%, equivalente a 1,1 millones de vehículos.

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Los aranceles agregarían alrededor de 10.000 euros al coste habitual de los turismos y camiones importados. También añadirían unos 1.250 dólares a los vehículos ensamblados en EEUU con piezas fabricadas en México o Canadá.

Los fabricantes de automóviles con operaciones en estos dos países tendrán que absorber el coste o aumentar los precios para los consumidores, como explicaba Martín Recio, por lo que el nuevo impuesto a las importaciones podría dar un impulso competitivo a los fabricantes de automóviles de Corea del Sur y Japón, ya muy presentes en el mercado estadounidense.

Otro efecto posible es que los fabricantes de automóviles nacionales trasladen la producción de algunos modelos a fábricas en EEUU. La directora ejecutiva de GM, Mary Barra, informó a sus inversores el martes pasado, antes de los decretos de Trump, de que la empresa tenía la capacidad de hacerlo o de vender a otros mercados globales para minimizar el impacto de los aranceles.

«Estamos trabajando en toda nuestra red logística de la cadena de suministro y plantas de montaje para estar preparados para mitigar los impactos a corto plazo», añadió.

«Muchas de estas medidas no tienen coste o son de bajo coste. Lo que no haremos es gastar una gran cantidad de capital sin claridad [sobre la política]», concluyó.

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Matt Blunt, presidente del Consejo de Política Automotriz Estadounidense, que representa a los tres grandes señores del motor en EEUU, ha indicado que los fabricantes de automóviles estadounidenses «no deberían ver socavada su competitividad por aranceles que aumentarán el costo de la construcción de vehículos en EEUU y obstaculizarán la inversión en la fuerza laboral estadounidense».

Una de las múltiples opiniones en contra de la medida republicana que repasaremos unos párrafos más adelante.

Por otro lado, las importaciones de alimentos tanto de Canadá como de México se verán muy afectadas y de inmediato. EEUU importó más de 45.000 millones de dólares en productos agrícolas de México en 2023, según el Departamento federal de Agricultura, incluyendo aguacates, fresas, frambuesas, tomates y carne (de ternera, sobre todo). Otros 40.000 millones de dólares provinieron de Canadá, incluida también ternera, cerdo, granos y cereales, patatas y colza.

Hay datos que dan la medida del golpe: la mitad del tomate mexicano acaba en EEUU (sobre todo los cherry, muy populares) y el 80% del aguacate que consumen los estadounidenses viene del otro lado de su frontera sur, según datos de la Asociación de Frutas y Verduras de California y la Universidad de Florida, respectivamente.

También se prevé que se encarezcan las bebidas alcohólicas como las cervezas o el tequila mexicano, muy consumido sobre todo en los estados fronterizos, de California a Texas.

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En el caso de Canadá, una curiosidad que no es menor: el jarabe de arce. El país produce el 90% del sirope que se consume en el mundo y que en EEUU es muy usado en los desayunos.

El precio por litro puede pasar a costar cinco dólares más. De allí llegan a EEUU, también, muchas frambuesas, moras o arándanos.

Los materiales de construcción también enfrentarán presión ahora, ya que aproximadamente un tercio de la madera blanda utilizada en el país de Trump se importa de Canadá.

Este país y México, juntos, representan más de una quinta parte de las importaciones de cemento de EEUU.

Una gasolinera de Chevron en Estados Unidos, en una imagen de archivo

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En cuanto a la gasolina, hasta el 66% del crudo que EEUU importa procede de Canadá. Ahí Trump se ha quedado en el 10% y no en el 25% porque busca limitar el impacto inflacionario en los automovilistas estadounidenses. Aproximadamente el 40% del crudo refinado en el país proviene del extranjero (60% de Canadá y el 11% de México).

Por eso se espera que se notará en los surtidores, algo que el consumidor estadounidense históricamente nunca ha perdonado. Lo sabe bien la Administración Biden-Harris, que pese a que logró buenos datos económicos (aún en la postpandemia y con la guerra de Ucrania abierta) y de paro, fue castigado por los electores por la subida de los combustibles y la cesta de la compra.

Chet Thompson, director de American Fuel & Petrochemical Manufacturers, un grupo de la industria del refinado, ha indicado en un comunicado que espera que se «alcance rápidamente» un acuerdo para poner fin a todos los aranceles sobre la industria «antes de que los consumidores sientan el impacto».

Respecto a China, se espera que los principales afectados sean minoristas como Shein, Temu o AliExpress, dedicados sobre todo al comercio electrónico.

 

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¿Y la UE?

Europa no puede respirar tranquila. Aunque Trump haya dejado a los Veintisiete fuera de su primer ronda de aranceles, el republicano ya ha dicho que los habrá. «Absolutamente, aranceles», ha dicho a preguntas de la prensa. «La Unión Europea nos ha tratado terriblemente. No compran nuestros coches, no compran nuestros productos agrícolas, esencialmente, no nos compran casi nada. Y tenemos un déficit tremendo con la Unión Europea. Así que haremos algo muy sustancial con la Unión Europea. Llevaremos el nivel [tarifario] donde debería estar», añadió.

«Haremos algo muy sustancial con la UE», amenazó al fin. No es de extrañar, si defiende un arancel general, planetario, para todos los sectores, del farmacéutico al automovilístico, de los chips al acero o el aluminio. Son fases, dice su equipo, que llegarán.

La alta representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, ante la perspectiva de que vengan impuestos extra de Washington, ha recordado que no hay «ganadores» en las guerras comerciales. «Por supuesto, nos estamos preparando también por nuestro lado, pero lo que está claro es que no hay ganadores en las guerras comerciales», declaró antes de una reunión informal de líderes de la UE que se celebraba en Bruselas. Aseguró que si EEUU inicia una guerra comercial, «quien se reirá del otro lado será China».

Varios líderes europeos se habían pronunciado antes al respecto. El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que si Europa es atacada en el plano comercial «deberá hacerse respetar y reaccionar». El primer ministro polaco, Donald Tusk, afirmó que sería «una paradoja cruel si en este momento de amenaza directa por parte de Rusia y expansión de China encontramos una razón para entrar en conflicto con nuestros aliados». Y el irlandés Micheál Martin, que ante unos posibles aranceles de Trump, los Veintisiete deben actuar «como uno».

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Por ahora, la Comisión Europea llama a mantener la calma, insiste en que tiene planes elaborados por si llegan aranceles y garantizar que responderá «con firmeza» si llegan castigos de manera «injusta o arbitraria» contra los productos de la UE.

Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo, dijo la semana pasada que para evitar aranceles se podría negociar con EEUU la compra de más productos norteamericanos, como el gas natural licuado o el armamento, bienes que Europa necesita y que pueden evitar las represalias.

Las reacciones de los expertos

Si Trump espera aplausos, que lo haga sentado, porque tardan en llegar. Sus aranceles sólo gustan a sus correligionarios más extremos, esos de los que se ha rodeado ahora en el Gobierno, pero no a los sectores empresariales, a los centros de estudios o a la prensa económica. Hasta algunos republicanos han levantado la voz para censurarlo.

En los medios, por ejemplo, el Wall Street Journal denuncia que va a generar «la guerra comercial más estúpida de la Historia», mientras que el Financial Times habla de un «absurdo» que «pone en peligro décadas de progreso». «A veces, Trump da la impresión de que a EEUU no debería importarle nada y de que puede ser una economía perfectamente cerrada, que produzca todo en el país. Esto se llama autarquía y no es el mundo en el que vivimos ni el que nos gustaría vivir, como Trump podría descubrir pronto», dice el primero.

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El segundo denuncia que «no hay ninguna provocación previa» en términos comerciales que justifique el castigo, que se está «desafiando la base de la prosperidad» del país y que la Casa Blanca aporta «explicaciones ilusorias» de sus supuestos beneficios, como que restaurarán la base industrial norteamericana o ayudarán a pagar la deuda. «Los tribunales y el Congreso deberían bloquear» los aranceles, dice directamente.

Ciudadanos de EEUU compran en un supermercado de Los Ángeles (California), en junio de 2022, durante el pico de inflación. / Reuters

Ambos diarios coinciden en que sólo es de esperar una mayor inflación, una reducción del crecimiento económico y más represalias de los países atacados, el «desmantelamiento» del libre comercio tal y como hoy se entiende y de las cadenas de suministros forjadas en décadas. Al final, serán un «duro golpe» para los ciudadanos y las empresas.

El Peterson Institute for International Economics publicó en agosto y en noviembre unos informes de referencia en estos días en los que concluye que las propuestas arancelarias más grandes de Trump costarían a cada hogar estadounidense típico unos 2.600 dólares al año, 1.700 si los aranceles se mantienen en los datos ahora anunciados (que es un escenario 35 puntos mejor que el dibujado en campaña). El impacto que oscilaría entre un 4% más de gasto para el grupo más pobre y el 2% para el más rico. Los aranceles representarán, si se llevan al límite, «el mayor aumento de impuestos desde la década de 1990», dice el centro. «Es difícil identificar alguna ventaja que se derive de estos aranceles», dice a las claras.

Goldman Sachs piensa lo mismo: un arancel a largo plazo del 25% sobre las importaciones de Canadá y México aumentará los precios básicos del gasto de consumo personal en un 0,7%, al menos. En este caso, no obstante, su visión es más optimista porque entienden sus expertos que el daño será tal que Trump, a la fuerza, tendrá que retirar pronto las nuevas tasas.

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«El presidente tiene razón al centrarse en problemas importantes como nuestra frontera rota y el flagelo del fentanilo, pero la imposición de aranceles. no resolverá estos problemas y solo aumentará los precios para las familias estadounidenses», ha afirmado públicamente John Murphy, vicepresidente senior de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, el grupo empresarial más grande del país. «Los aranceles sobre todos los bienes importados de México y Canadá, especialmente sobre ingredientes e insumos que no están disponibles en EEUU, podrían generar precios más altos para el consumidor y represalias contra los exportadores estadounidenses», añade Tom Madrecki, vicepresidente de la cadena de suministro de la Consumer Brands Association.

Más: Paul Ashworth, economista jefe para Norteamérica de Capital Economics, dice que el anuncio de este fin de semana «es el primer ataque de lo que podría convertirse en una guerra comercial global muy destructiva». Y Jason Furman, de la Universidad de Harvard, considera que la guerra comercial es «tan loca» que no va a durar. «El problema de usar aranceles para forzar cambios en otros asuntos es que nos pueden hacer muchísimo daño». previene.

Luego están los amigos, claro. Zach Motti, presidente de Coalition for a Prosperous America (CPA), una organización de empresarios que es parte del polémico Proyecto 2025, indica a EFE que la subida de los aranceles era algo «que hacía tiempo necesitábamos para reequilibrar el comercio». Es especialmente duro con México, «que no es diferente a China en lo que respecta a explotar los acuerdos comerciales y minar la industria estadounidense».

El economista Recio avisa del cambio de paradigma en el que estamos. «La dura verdad es que las interdependencias económicas internacionales también generan vulnerabilidades reales. El mundo se ha ido adaptando a esas vulnerabilidades desde la pandemia de COVID-19. La decisión arancelaria que ahora conocemos esplaza la política comercial estadounidense más allá del paradigma comercial. Es una señal de que Washington ya no considera que el comercio internacional sea benigno ni siempre beneficioso», expone.

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«Ahora los tratados comerciales vienen con una salvedad -ahonda-: los socios comerciales deben apoyar las prioridades políticas del Despacho Oval o habrá consecuencias». Y se ha dejado escapar «otro genio de la botella»: el de la justificación de ciertas medidas por la vía de «emergencias». «El uso del poder de emergencia para imponer aranceles en respuesta a cuestiones no relacionadas, como las drogas y la inmigración, prepara el terreno para nuevos aranceles en respuesta a cualquier otra cantidad de prioridades no comerciales», augura.

 

La cotización del dólar se ha disparado este lunes y se aproxima al euro, mientras las bolsas de todo el mundo caen y el petróleo sube su precio por el terremoto causado por Trump. Los mercados europeos, como los asiáticos, han abierto con importantes pérdidas, aunque a lo largo de la mañana se han suavizado. El petróleo se ha encarecido, frente al desplome que están sufriendo las inversiones en criptomonedas. Es es el escenario, ya sin augurios. El real.

A los agoreros, Trump les replica: «¡ESTA SERÁ LA EDAD DE ORO DE ESTADOS UNIDOS! ¿HABRÁ ALGÚN DOLOR? SÍ, TAL VEZ (¡Y TAL VEZ NO!). PERO DEVOLVEREMOS SU GRANDEZA A ESTADOS UNIDOS», escribió así, en mayúsculas, en Truth Social.

Pues a esperar el dolor.

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