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¿Huelen igual las momias de Guanajuato que las de Egipto?, esta es la respuesta

Mientras Egipto perfeccionó un complejo ritual, en México, algunos cuerpos se preservaron por las condiciones climáticas y desecación natural
Por
Mariana Álvarez Torres

En un estudio reciente publicado en la revista científica Journal of the American Chemical Society se reveló que las momias del antiguo Egipto desprenden aromas que van desde fragancias amaderadas y especiadas hasta dulces. Según National Geographic, difusor de los resultados, esta investigación, liderada por Matija Strlič de la Universidad de Liubliana y Cecilia Bembibre del University College de Londres, analizó el olor de nueve momias del Museo Egipcio de El Cairo mediante técnicas avanzadas, como el uso de una “nariz electrónica” y la colaboración de expertos en percepción olfativa.

Para los antiguos egipcios, los aromas desempeñaban un papel fundamental en sus rituales religiosos y funerarios. Según la publicación, los embalsamadores utilizaban sustancias aromáticas como resinas de pino, cedro, enebro, mirra e incienso, además de plantas como el loto, el lirio y la menta, para preservar los cuerpos y asociarlos con la pureza y la divinidad, que contrastaba con la percepción de los olores desagradables, los cuales eran considerados signos de corrupción y descomposición.

En este contexto, vale la pena mencionar al arqueólogo Howard Carter, quien al descubrir la tumba de Tutankamón en 1922, describió un aroma penetrante y fragante que emanaba de las sustancias solidificadas sobre el sarcófago del faraón. De acuerdo con la revista Muy Interesante, estas sustancias, compuestas por incienso, ungüentos y flores, habían formado una capa similar al betún que, al calentarse, liberaba un perfume único que no se había respirado en más de tres mil años, sin embargo, la gran cantidad de materiales aromáticos utilizados en la momificación de Tutankamón terminó deteriorando su cuerpo.

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¿Las momias de Guanajuato huelen igual?

 

Las momias en Guanajuato se
Las momias en Guanajuato se formaron de manera natural por condiciones de temperatura y humedad en el Panteón de Santa Paula. (Cuartoscuro)
En contraste con los procesos intencionales de momificación en Egipto, las momias de Guanajuato, en México, son el resultado de condiciones ambientales específicas que permitieron su preservación de manera involuntaria. Según Muy Interesante, estas momias, descubiertas en el siglo XIX en el Panteón de Santa Paula, se formaron en consecuencia de factores como la baja humedad, las altas temperaturas y las corrientes de aire en las gavetas donde fueron sepultadas.

La página oficial del Museo de las Momias de Guanajuato, detalla que el primer cuerpo momificado encontrado fue el del médico francés Remigio Leroy, exhumado en 1865 y a partir de entonces, se hallaron más cuerpos momificados, muchos de ellos víctimas de la epidemia de cólera que azotó la región en 1833. Según el portal digital, estos cuerpos, que aún conservan piel, cabello e incluso ropa, pertenecen a personas de diferentes edades y clases sociales.

Al respecto, la BBC destacó que las condiciones climáticas y la ubicación del cementerio en una loma expuesta al sol y al viento contribuyeron a la rápida deshidratación de los cuerpos, lo que ralentizó los procesos de descomposición y favoreció la momificación. Aunado a estos datos, la antropóloga Lerma Gómez puntualizó que algunos cadáveres se momificaron en tan solo cinco años, un tiempo significativamente menor al promedio de siete años que suele tomar la descomposición completa de un cuerpo.

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Dado que este proceso se llevó a cabo de manera natural y sin la intervención de sustancias aromáticas para embalsamarlos, el aroma no es para nada similar.

Cuál es la diferencia entre la momificación en Egipto y en México

De acuerdo con National Geographic, la momificación en el antiguo Egipto era un proceso intencional y altamente ritualizado que buscaba preservar los cuerpos para la vida después de la muerte. Según el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, en Estados Unidos, este procedimiento, que tomaba aproximadamente setenta días, consistía en tres etapas principales: la extracción de órganos internos, el secado del cuerpo con natrón y el envolvimiento en lino.

Durante la primera etapa, se extraían los órganos de rápida descomposición como el estómago, el hígado, los pulmones y los intestinos, mientras que el corazón se dejaba en su lugar, ya que se consideraba el centro del ser y era necesario para el juicio final del espíritu. De acuerdo con los datos, algunos se conservaban en recipientes especiales llamados vasos canopos.

Posteriormente, el cuerpo se cubría con natrón, un compuesto natural de sales de sodio que permitía eliminar la humedad y, finalmente, se envolvía cuidadosamente con cientos de metros de lino, intercalando amuletos y recitando oraciones para proteger al difunto. Según el museo estadounidense, después de un par de capas, el cuerpo se recubría con resina tibia para fijar la tela y escribían palabras religiosas en algunas de las tiras.

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En México, por el contrario, según la revista Arqueología Mexicana, la momificación prehispánica se limitaba a ciertas regiones y contextos específicos, además, se llevaba a cabo generalmente en la zona norte, en cuevas mortuorias y entornos rocosos, ubicaciones que, combinadas con un ecosistema semidesértico, favorecieron la preservación orgánica debido a las condiciones naturales de protección y clima.

Como parte de los rituales funerarios, los cuerpos eran envueltos en materiales absorbentes, como mantas tejidas con fibras vegetales, petates o pieles de animales. Según la publicación, esta práctica facilitaba una rápida desecación de los tejidos, aunque los órganos internos, al desecarse más lentamente, eran más susceptibles a la putrefacción y, por lo general, no se conservaban adecuadamente.

Los difuntos solían colocarse en dos posiciones principales: sedente, con los brazos y rodillas fuertemente flexionados junto al torso; o en decúbito lateral, también con extremidades recogidas hacia el tronco en una postura fetal; posiciones que prevalecían gracias a que se sujetaban por las mantas, ataduras y envolturas del bulto mortuorio.

Arqueología mexicana detalla que la mayoría de los cuerpos presentan en la piel huellas de diversos materiales utilizados para su envoltura, incluyendo tejidos de tule, yute, palma, ixtle y algodón, asimismo, en algunos casos, las envolturas incluían plumas, hojas, o pieles.

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