Ernesto Fonseca Carrillo recuperó su libertad en México a los 94 años tras cumplir una condena de 40 años por el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena
La Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) mantiene activa la ficha de búsqueda contra Ernesto Rafael Fonseca Carrillo, alias “Don Neto”, fundador del extinto Cártel de Guadalajara, a pesar de que el pasado 5 de abril el narcotraficante mexicano obtuvo su libertad tras cumplir una condena de 40 años de prisión en México por el secuestro y asesinato del agente encubierto Enrique “Kiki” Camarena Salazar, y del piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar, crímenes cometidos en 1985.
En el sitio oficial de la DEA, Fonseca Carrillo figura como fugitivo por múltiples violaciones federales, incluyendo “secuestro y asesinato de un agente federal, extorsión, complicidad, encubrimiento, y conspiración para cometer crímenes violentos en apoyo de la extorsión”.
La ficha, ilustrada con una fotografía en blanco y negro, lo describe como un hombre nacido en 1942, de cabello y ojos color café, con una estatura de 1,75 metros (5′9″) y un peso aproximado de 73 kilogramos (161 libras).
“Advertencia: Armado y peligroso, anteriormente empleado como abogado”, advierte la ficha, bajo jurisdicción del Distrito Central de California, donde se le requiere para enfrentar cargos penales pendientes.
En la ficha oficial de la DEA, Ernesto Fonseca Carrillo aparece con múltiples alias utilizados a lo largo de su carrera criminal. Entre los nombres alternativos registrados figuran “Don Peto”, “Don Neto”, “El Jefe”, “El Lic”, “El Papi”, “Escobedo Ingeniero”, “Juan Escobedo”.
Fonseca Carrillo fue arrestado en abril de 1985 en una playa de Puerto Vallarta, Jalisco, y sentenciado por tribunales mexicanos a 40 años de prisión por su responsabilidad en el homicidio de Camarena y Zavala. En 2016, un juez le concedió el beneficio de prisión domiciliaria debido a su edad avanzada y su delicado estado de salud, por lo que fue trasladado a una residencia en el fraccionamiento Hacienda Valle Escondido, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México.
En 2015, el gobierno de Estados Unidos solicitó formalmente su extradición para procesarlo por los mismos hechos. Sin embargo, el entonces secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, rechazó la petición al considerar que violaría el principio constitucional mexicano de non bis in ídem, que impide que una persona sea juzgada dos veces por el mismo delito. La decisión se basó en la opinión de un juez federal, que consideró que la extradición no procedía.
Pese a la negativa mexicana, Estados Unidos nunca cerró el caso. La DEA ha reiterado en distintos momentos su intención de llevar ante tribunales estadounidenses a todos los involucrados en el asesinato de Camarena, considerado uno de los atentados más graves contra un agente federal en el extranjero.
Cabe apuntar que el pasado mes de febrero fue entregado a la justicia estadounidense Rafael Caro Quintero, quien actualmente podría enfrentar la pena de muerte si se confirma su responsabilidad en el caso de “Kiki” Camarena.
A la par de su liberación, Fonseca Carrillo enfrenta una nueva acción judicial en Estados Unidos. El pasado 21 de marzo, los familiares de Enrique Camarena presentaron una demanda civil federal ante la Corte del Distrito Sur de California, en la que acusan a Fonseca Carrillo, Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo de terrorismo internacional, homicidio premeditado, daños emocionales severos y otros delitos derivados del asesinato ocurrido en 1985.
La demanda, sustentada en la Ley Antiterrorista de 1991, busca una indemnización millonaria por concepto de reparación del daño. Según el documento, los tres capos planearon y ejecutaron el secuestro del agente Camarena como parte de una estrategia para intimidar a las autoridades estadounidenses y garantizar la continuidad de su estructura criminal.
El escrito judicial señala que Camarena fue secuestrado a plena luz del día frente al consulado de Estados Unidos en Guadalajara, llevado a una propiedad de Caro Quintero y torturado durante más de 30 horas. Su cuerpo apareció posteriormente en una zona rural de Michoacán, junto al del piloto Zavala.
Ernesto Fonseca Carrillo es una de las figuras emblemáticas del narcotráfico mexicano de los años ochenta. Junto a Caro Quintero y Félix Gallardo fundó el Cártel de Guadalajara, organización que centralizó las rutas de tráfico de marihuana y cocaína hacia Estados Unidos, y sentó las bases de lo que después serían los grandes cárteles del país.
Originario de Badiraguato, Sinaloa, la misma localidad de la que provienen otros capos históricos, se le vinculó inicialmente con redes de producción y tráfico de marihuana en el norte del país. Con el tiempo, consolidó poder mediante alianzas con organizaciones colombianas y estructuras de protección política en México, lo que le permitió extender sus operaciones con relativa impunidad.
Fue detenido el 7 de abril de 1985 en Puerto Vallarta, Jalisco, por el Ejército Mexicano, en una acción apoyada por información de la DEA, días después de que se localizaran los cuerpos de Kiki Camarena y Alfredo Zavala. Durante el juicio, fue hallado culpable de su participación en el secuestro, tortura y asesinato de ambos.
En los primeros años de su condena, Fonseca Carrillo utilizó su influencia y recursos económicos para mantener ciertos privilegios al interior del sistema penitenciario. Recibía alimentos de restaurantes de lujo, tenía acceso a alcohol y organizaba fiestas dentro del penal, según versiones recogidas por periodistas especializados.
Con el paso del tiempo, su salud y fortuna se deterioraron. En 2016, cuando tenía 86 años, un juez autorizó que continuara su condena bajo prisión domiciliaria, argumentando razones humanitarias. Desde entonces, permaneció en una residencia privada en el fraccionamiento Hacienda Valle Escondido, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, bajo vigilancia mediante un brazalete electrónico.
De acuerdo con documentos judiciales y testimonios familiares, actualmente Fonseca Carrillo enfrenta múltiples enfermedades degenerativas: cáncer de colon, hipertensión, reumatismo severo, y una parálisis parcial del lado derecho del cuerpo. Además, presenta deterioro cognitivo, lo que ha limitado su capacidad para comunicarse y reconocer a su entorno.
Su hija, Joana Carrillo, ha manifestado públicamente que su padre se encuentra en condiciones críticas, con movilidad casi nula y episodios de confusión. “Ya no sabe ni en qué año está”, dijo en una rueda de prensa.
A pesar de esta situación, el nombre de Ernesto Fonseca Carrillo continúa en la lista oficial de fugitivos de la DEA. Para las autoridades de Estados Unidos, su estado físico no exime la responsabilidad penal por uno de los asesinatos más emblemáticos contra un agente federal fuera de su territorio.