“Es una continuidad de Francisco pero es más conservador de lo que la gente piensa”, explica San Martín.
“La clave será determinar cuál es la prioridad de los cardenales para el próximo Papa: que sea pastoral, liberal o conservador, o un excelente administrador para continuar la transformación de Francisco”, insiste San Martín.
El cardenal italiano Pierbattista Pizzaballa de 60 años, es el patriarca latino de Jerusalén y se posiciona como “papable”. “Si bien nació en Italia, es un hombre que hace mucho tiempo tiene su corazón y su ministerio en lo que sería una Iglesia mucho más misionera”, explica San Martín, lo que lo ubica a mitad de camino entre los europeos y los no europeos.
Con una carrera marcada por la diplomacia y el cuidado de las minorías cristianas en el Oriente Medio, Pizzaballa no solo ha enfrentado desafíos religiosos y políticos, sino que también ha demostrado una habilidad excepcional para navegar las aguas turbulentas de los conflictos regionales. Con un perfil que se aleja de las divisiones internas del Vaticano, Pizzaballa representa una opción interesante para muchos observadores del Vaticano, quienes lo ven como una figura que podría traer estabilidad y equilibrio al papado en un momento crucial.
El Colegio Cardenalicio, encargado de elegir al Papa, incluye a 8 cardenales argentinos, de los cuales 4 tendrán derecho a voto en el próximo cónclave.
Ángel Sixto Rossi, miembro de la Compañía de Jesús, es conocido por su trabajo social y su cercanía con las personas más vulnerables. Fundador de Manos Abiertas, ha sido un firme defensor de la justicia social. Nombrado arzobispo de Córdoba en 2021 por Francisco, Rossi se ha destacado por su enfoque pastoral cercano a las periferias.
Por otro lado, Mario Aurelio Poli ha sido una figura polémica en la administración del Arzobispado de Buenos Aires. Sin embargo, su trabajo en el diálogo interreligioso y su promoción de la pastoral en las periferias continúan siendo su legado principal.
Vicente Bokalic Iglic, quien fue nombrado cardenal en diciembre de 2024, es conocido por su trabajo pastoral en el norte de Argentina, donde se dedicó a acompañar a las comunidades más vulnerables. Su nombramiento, aunque reciente, lo posiciona como un actor clave en el futuro de la Iglesia argentina.
Finalmente, Víctor Manuel Fernández, conocido como “Tucho”, es uno de los cardenales más cercanos a Francisco. Su nombramiento como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en 2023 le otorga un papel crucial en la Curia Vaticana, aunque sus posiciones progresistas, como la aprobación de la bendición de parejas del mismo sexo, han generado controversias dentro de la Iglesia.
Ninguno de los cuatro aparece como favorito aunque todos están en carrera. No parace ser el tiempo de otro latinoamericano, por eso sus chances disminuyen.
La elección de un nuevo Papa es un proceso solemne y profundamente significativo para la Iglesia Católica, se lleva a cabo en un evento conocido como el cónclave, una reunión cerrada de cardenales convocada para elegir al sucesor de San Pedro. Durante este cónclave, los cardenales electores -es decir, aquellos con menos de 80 años- se reúnen en la Capilla Sixtina del Vaticano para votar de manera secreta hasta que un candidato obtenga la mayoría necesaria.
Según las reglas vigentes hasta enero de 2025, hay un total de 138 cardenales electores, de un total de 252 cardenales en la Iglesia. Este sistema está diseñado para asegurar que el electorado esté compuesto por miembros del Colegio de Cardenales con experiencia y cercanía a los asuntos de la Iglesia. Solo aquellos menores de 80 años pueden votar en la elección, lo que limita el número de candidatos y, al mismo tiempo, busca mantener el vigor y la capacidad de discernimiento del proceso.
El cónclave se desarrolla en varias rondas de votación diarias. Generalmente, se realizan hasta cuatro rondas de votación al día hasta que un candidato recibe el apoyo mayoritario necesario para ser elegido Papa. Para que un cardenal sea elegido, debe obtener al menos dos tercios de los votos. Este proceso puede durar entre 15 y 20 días, dependiendo de la rapidez con que los cardenales lleguen a un consenso.
El cónclave, además de ser una reunión política de gran peso, es también un evento de gran significado religioso. En su ritual, se encuentran aislados del mundo exterior para garantizar que sus decisiones no se vean influenciadas por factores externos. Durante el cónclave, también recitan oraciones y celebran misas, buscando la guía divina en la elección del nuevo Papa.
Este procedimiento, que ha permanecido en gran medida inalterado durante siglos, garantiza que el proceso de sucesión sea llevado a cabo con el máximo nivel de seriedad y respeto por la tradición de la Iglesia Católica. Tras la elección, aparece la emocionante fumata blanca, este humo blanco que emerge de la chimenea de la Capilla Sixtina es la señal inequívoca de que el cónclave ha llegado a una decisión. Y finalmente, el “Habemus Papam”, donde el nuevo Papa es presentado a los fieles en la Plaza de San Pedro, marcando el final del cónclave y el comienzo de un nuevo papado.