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Niñas y niños en México: invisibles para el Estado y vulnerables ante la violencia estructural

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Urge revertir la exclusión, advierte Tejiendo Redes Infancia; la cultura adultocéntrica considera a infantes como propiedad de sus familias e incapaces de opinar y decidir, señala

En el marco del Día del Niño, el coordinador regional de Tejiendo Redes Infancia — América Latina y el CaribeJuan Martín Pérez García, advirtió que en México persiste una exclusión estructural hacia niñas, niños y adolescentes, quienes siguen sin ser considerados sujetos plenos de derechos en el diseño de políticas públicas, lo que se refleja en múltiples dimensiones de su vida cotidiana.

En entrevista para infobae México, Pérez García explicó que actualmente hay 36.6 millones de niñas, niños y adolescentes en el país, es decir, uno de cada tres habitantes. Sin embargo, esta población continúa siendo marginada del espacio público, sin acceso efectivo a la participación ni a una representación significativa en los procesos de decisión. Según el especialista, esto se debe a la falta de relevancia política que se les otorga desde las instituciones, lo que provoca una baja inversión en políticas integrales para la niñez y un cumplimiento limitado de sus derechos fundamentales.

Uno de los ejemplos más claros de esta exclusión, explicó Pérez García, se encuentra en el sistema educativo. Tanto la Constitución, como la Ley General de Educación y la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes reconocen el derecho a la participación infantil. Sin embargo, en la práctica, este principio no se cumple. También destacó que los comités escolares siguen sin integrar a los estudiantes en los procesos de toma de decisiones, pese a que esto afecta directamente a más de 30 millones de menores en el sistema educativo nacional.

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“Quizás el mayor desafío que tiene nuestro país es que las niñas y niños no tienen relevancia política para quienes toman decisiones. Esto se traduce en una escasa inversión del gasto público, salvo en los temas mínimos y, sobre todo, una negación a su participación directa en los temas que les afectan. Una ilustración cotidiana de ello es que en las escuelas los comités escolares no incluyen a los estudiantes… y estamos hablando de un impacto, una afectación a 30 millones de ellos. Es importante reconocer que esta práctica y esta cultura adultocéntrica les niega equivalencia humana frente al resto de las y los mexicanos adultos”, manifestó

Pérez García afirmó que esta exclusión se vincula directamente con una cultura adultocéntrica que domina en las estructuras institucionales, escolares y familiares. Dicha cultura considera a las infancias como propiedad de sus familias o como personas incapaces de opinar y decidir sobre asuntos que les afectan. Como consecuencia, niñas y niños no sólo quedan fuera del debate público, sino que también son colocados en condiciones de mayor vulnerabilidad frente a la violencia, pues se les educa para depender de adultos y no para ejercer sus derechos.

La falta de protección efectiva y la omisión del Estado también se reflejan en la inactividad del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), mecanismo establecido por ley para coordinar la política pública en materia de derechos de la niñez entre los tres niveles de gobierno. Pérez señaló que dicho sistema no ha sesionado en más de cuatro años, a pesar de que, por mandato legal, debe ser presidido por la titular del Ejecutivo federal.

“Este 30 de abril es una buena oportunidad para que a la presidenta, Claudia Sheinbaum, le informen o se entere de que también es presidenta del SIPINNA y convoque a su reactivación para diseñar políticas efectivas”, dijo.

Niñez y altos niveles de violencia

La gravedad de la situación se agrava en un contexto nacional caracterizado por altos niveles de violencia. Pérez afirmó que, aunque no se reconozca oficialmente, México vive una dinámica similar a la de un país en guerra. Agregó que siete homicidios infantiles ocurren cada día, se registran 20 desapariciones diarias de menores y sólo en 2024 fueron asesinados más de 2 mil 400 niños, cifra que representa un aumento del 7 % respecto al año anterior y el acumulado histórico de menores desaparecidos supera los 17 mil 600 casos.

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érez insistió en que, mientras el gasto público siga concentrado en armamento y militarización, será imposible revertir la violencia generalizada. Subrayó que las infancias tienen derecho a vivir libres de violencia y de guerra, y que una política pública enfocada en el fortalecimiento comunitario, la prevención territorial y la construcción de paz desde lo local tendría más impacto que el uso de la fuerza en la mayoría de los contextos.

“En tanto la militarización, la inversión y el gasto público siga estando en las armas no tendremos posibilidades de desmontar esta guerra. Hay que recordar que las infancias tienen derecho a una vida libre de violencia y, explícitamente, a vivir libres de guerra y, quizás, ese sería el desafío mayor en nuestro país en este rubro”, señaló.

Estructuras culturales nocivas

Finalmente, el coordinador de Tejiendo Redes Infancia señaló que es posible desmontar las estructuras culturales que sostienen el adultocentrismo, el machismo, el racismo y otras formas de discriminación. Para ello, es necesario asumir estos cambios como una responsabilidad individual y colectiva. Afirmó que muchas personas adultas —en particular hombres— están trabajando en modificar sus prácticas cotidianas, aunque reconoció que es un proceso complejo y permanente.

También destacó que las políticas públicas deben apoyar esta transformación desde la educación, promoviendo desde las primeras etapas la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, y combatiendo los roles tradicionales que reproducen la violencia de género. Agregó que el involucramiento de niñas, niños y adolescentes en la vida comunitaria puede prevenir muchas de las dinámicas que hoy derivan en desapariciones, homicidios y otras violencias.

“La educación en nuestro país tiene que seguir avanzando para promover la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, pero esto tiene que empezar desde las escuelas, con los niños y niñas. Una forma contundente de reducir la violencia contra las mujeres es iniciar temprano (con la educación), con las niñas y adolescentes porque es ahí donde inicia la violencia de género y a partir de donde se asignan roles tradicionales. Lo mismo sucede con la dinámica de desaparición, muerte y homicidios: hay mucho que podemos prevenir desde los territorios sin esperar a que esto se resuelva por vías militares o con uso de la fuerza pública. Por supuesto que en algunas zonas será necesario, pero, en la mayoría de los territorios, el fortalecer las dinámicas comunitarias, la articulación de los temas cotidianos que afectan a las infancias puede representar una gran oportunidad para construir la cultura de paz”, concluyó.

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