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Internacional

Quién es el cardenal Pizzaballa, el patriarca de Jerusalén que se ofreció como rehén de Hamas y podría suceder a Francisco

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Considerado candidato a suceder al papa argentino, el patriarca latino de Jerusalén equilibra su compromiso con la paz y el diálogo mientras afronta uno de los mayores conflictos de Medio Oriente

Como patriarca latino de Jerusalén, el cardenal italiano Pierbattista Pizzaballa lleva desde octubre de 2023 recurriendo a su habilidad diplomática para moverse en el espinoso conflicto entre Israel Hamas.

Este políglota conocido por su determinación y su espíritu de sacrificio es el máximo responsable de la Iglesia católica en la región. Su jurisdicción se extiende sobre los fieles de rito latino en Israel, los Territorios PalestinosJordania Chipre.

El franciscano de 60 años y barba canosa se instaló en Jerusalén en 1990. Desde entonces ha intentado mantener buenas relaciones con las autoridades israelíes y las palestinas, a pesar de un contexto cada vez más difícil.

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“No podemos ser plenamente religiosos si no trabajamos por la paz, la reconciliación y el diálogo”, dijo Pizzaballa a los periodistas justo antes de partir hacia Roma para el cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco.

Fue precisamente el pontífice argentino quien otorgó a este humilde franciscano el birrete rojo de cardenal en septiembre de 2023, menos de un mes antes del ataque de Hamas contra Israel que desencadenó la guerra.

En los días posteriores, Pizzaballa firmó un comunicado conjunto con otros líderes religiosos de la región en el que pedía a Israel “evitar matar a gente inocente” en su represalia.

La declaración, que no condenaba el ataque de Hamas, enfureció a Israel. El cardenal se distanció después de ese texto y condenó “la inaceptable e incomprensible barbarie” del grupo islamista palestino.

Poco después volvió a protagonizar titulares de prensa ofreciéndose para tomar el lugar de los niños israelíes retenidos en Gaza. “Cualquier cosa, si eso puede conducir a la libertad y a traer a esos niños a casa. No hay problema”, afirmó el purpurado en una videoconferencia con periodistas, dejando clara su disponibilidad absoluta para un eventual intercambio.

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Con el conflicto avanzado y sin visos de terminar, Pizzaballa se vio obligado a reconocer el papel marginal de los cristianos. “Políticamente, somos más o menos insignificantes”, afirmó en agosto de 2024.

“En este momento, cristianos, judíos y musulmanes no somos capaces de encontrarnos”, admitió este firme promotor del diálogo interreligioso. Incluso “a nivel institucional, nos cuesta hablar”.

De un pequeño pueblo italiano al epicentro del conflicto

Nacido el 21 de abril de 1965 en Castel Liteggio, un pueblo diminuto en la provincia de Bérgamo, en el norte de Italia, Pizzaballa mostró desde niño una inclinación por la vida religiosa. Su madre, Maria Taddini, de 90 años, recordó en una entrevista con Infobae cómo su hijo siempre estuvo en ese camino espiritual: “Incluso de niño. Tanto que mi padre decía: ‘Este se va temprano de casa’… ¡y así fue! Se fue a los seis años, en primer grado, y no volvió más”.

A esa temprana edad, tras visitar a uno de sus hermanos que recibía tratamiento en Rímini, “se enamoró de la vida con los franciscanos” según relata su madre. La vocación del pequeño Pierbattista fue tan fuerte que decidió quedarse con los frailes, iniciando así su camino religioso que lo llevaría finalmente a ser ordenado en Bolonia.

A los 19 años, se mudó a Jerusalén donde continuó su formación y se especializó en el estudio de la Biblia, entrando rápidamente en la Custodia de Tierra Santa, que agrupa a los franciscanos en Israel, los Territorios Palestinos, Jordania, Siria, Líbano, Egipto, Chipre y la isla griega de Rodas.

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Entre 2004 y 2016, monseñor Pizzaballa es el superior jerárquico de la orden franciscana en esta región. En 2016 es nombrado administrador apostólico del Patriarcado de Jerusalén y pone en orden las finanzas de la jurisdicción a pesar de cierta resistencia. Ese mismo año fue ordenado obispo por el cardenal argentino Leonardo Sandri, fortaleciendo sus vínculos con Argentina, que se consolidarían años después cuando el papa Francisco lo elevó al cardenalato.

Cuatro años después es finalmente nombrado patriarcaPerfecto hablante del hebreo, se implica en el diálogo interreligioso y es conocido por las autoridades locales por su trabajo en el terreno. Mientras en Jerusalén sus compañeros estudiaban árabe, él eligió el hebreo, un detalle significativo para alguien que lidera una iglesia compuesta principalmente por árabes palestinos, pero que ha sabido mantener canales de diálogo abiertos con el mundo judío e Israel.

Descrito a menudo como un hombre pertinaz, Pizzaballa es ordenado cardenal en 2023 por el papa Francisco, de quien toma ejemplo promoviendo la cercanía de la Iglesia con los fieles.

“¡Yo espero que no se convierta en Papa!”

Algunos de sus colaboradores ven en él un posible sucesor del jesuita argentino dado que la orden de los franciscanos también aboga por un estilo de vida austero. Sin embargo, su madre no comparte este entusiasmo.

“¡Yo espero que no se convierta en Papa!”, confesó Maria Taddini desde su casa en Castel Liteggio. “Porque así es libre de venir a casa a verme también a mí. Lo extraño, yo no puedo ir a visitarlo, ya tengo una edad, pero él, siendo joven, podría venir a verme de vez en cuando”.

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Al ser consultada sobre el ofrecimiento de su hijo como rehén para salvar a los niños israelíes, la señora Taddini muestra la misma serenidad y respeto por las decisiones de Pierbattista: “Era su decisión. Yo no puedo intervenir en sus elecciones. Sé que mi hijo es coherente en sus acciones. Sabe lo que está haciendo”.

El cardenal efectuó una visita sorpresa a Gaza el 22 de diciembre de 2024, donde presidió una misa previa a la Navidad, aunque en el enclave palestino hay apenas un millar de cristianos y solo 135 católicos.

“Todo el mundo quería venir para estar con ustedes y traerles regalos (…) Se han convertido en la luz de nuestra Iglesia en todo el mundo”, declaró en la homilía pronunciado en la iglesia de la Santa Parroquia, refugio de la reducida comunidad cristiana durante la guerra.

“No sé cuándo ni cómo terminará esta guerra. Cada vez que nos acercamos al fin, parece que empecemos de cero. Pero tarde o temprano, la guerra terminará”, dijo a sus fieles.

Entonces “reconstruiremos todo: nuestras escuelas, nuestros hospitales y nuestras casas”, prometió. “No les abandonaremos jamás”.

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